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27.12.04

SEED OF CHUCKY 


El Hijo de Chucky
director/guinista: Don Mancini
año: 2004 (Rogue Pictures)
con: Jennifer Tilly, Brad Dourif, Billy Boyd, Hannah Spearritt y Redman
veredicto: *****



¿Recuerdan aquel cementerio donde yacían los restos de una muñeca calcinada? El detective Preston se acerca al pedazo de plástico chamuscado y lo toca varias veces, hasta que empieza a gemir y moverse y escupe un chorro de sangre y de entre sus pequeñas piernas sale una criatura horrorosa y salta a la cara del detective. Así acaba una de las mejores comedias de horror de 1998, La Novia de Chucky, dejando DEMASIADO espacio para una secuela. Más que una promesa, el sueño ansiado por el guionista Don Mancini, inventor de toda la saga--el cerebro que ideó la primera, llena de suspenso, las convencionales secuelas y el retorno explosivo a los años noventa--, quien desde tiempos inmemoriales trabajaba con el guión de El Hijo de Chucky.
La espera fue larga, poco más de un lustro. Siempre al pendiente de los rumores de internet, por fin me enteré de su estreno en estados Unidos el pasado doce de noviembre. Faltaba poco para que llegara a tierras mexicanas, y cuando mi esperanza iba disminuyendo, me topé con todo tipo de posters en español (uno incluso tenía un hoyo para que metieras la cabeza entre las cobijas que sostenían los muñecos y así te tomaras una foto siendo el hijo de Chucky). Incluso pregunté al personal de los cines cuándo se estrenaba, y todos los dedos apuntaban a una sola fecha: 24 de diciembre. Sería una navidad espectacular.
Mi primer intento se vio frustrado: no se estrenaba el 24 sino el 25. Luego de mucha angustia--incluso llegué a temer que le pusieran clasificación C pero mi tío me reconfortó: "No mames, es Chucky..."--tuve mi boleto en las manos y entré a la sala de cine con el mayor regocijo que no he sentido desde que siendo niño me despertaba temprano para ver quié habían traído los reyes magos. ¿Qué esperar de los regalos? ¿Habrían traído todo lo que les pedí? ¿Me traerían un miserable trozo de carbón? Lo mismo pasaba con la película. Por dentro rogaba: Por favor, Dios, que esté buena, por favor, que no la hayan hecho mal.
De pronto se apagan las luces y la pantalla se pone en blanco. Al estilo Mira quién habla vemos millones de espermatozoides avanzando por pulsantes paredes vaginales (¡ugh!). Un principio bastante orgánico, no obstante la animación computarizada es algo que uno lamenta. ¿Será intencional? Tiene que serlo: empieza la música, al ritmo de los créditos iniciales; es una pista hermosa, malévola pero con la carga de inocencia de una canción de cuna. La partitura es nada más y nada menos que de Pino Donaggio. ¿Quién es Pino Donaggio? ¡Uh! Sólo hay que escuchar Carrie, The Howling y Dressed to Kill para saberlo. El próximo corte nos trae a un terreno misterioso, un escenario típico de cinta de horror pero rodeado de un aura extraña, diabólica, que asocié con una película que me daba mucho miedo, la de Dollman contra los muñecos asesinos. Lo que sigue es de agradecerse, y no sólo el sanguinario comienzo de la cinta, donde el espectador se ve bombardeado por imágenes y emociones que acaban por aturdir e inducir a un estado de completa confusión, sino el resto de la película.
Hollywood se parte la cabeza, despilfarra millones de dólares, intentando encontrar la respuesta definitiva, aquella que engorde sus bolsillos: ¿qué se necesita para hacer una buena película? la respuesta, condensada en 86 minutos de delirio, es ésta: un buen guión. Don Mancini lo logra, con creces. Sólo un genio podría salirse con la suya al relatar las aventuras del hijo de un personaje tan falto de respeto como lo es Chucky, el muñeco asesino.
Claro, hay que tener en cuenta que uno no entra a ver El Hijo de Chucky para dormir con las luces encendidas el resto de la semana. La intención, desde la propaganda, es la de hacernos reír, algo en lo que no falla ni un minutos del metraje.
La premisa, sin tener un pelo de original (Freddy ya tuvo un hijo en la quinta pesadilla en la calle del infierno, y lo de la película dentro de una película se ha hecho antes en Wes Craven's New Nightmare--de nuevo Fred Krueger--, en Scream 3--de nuevo Wes Craven--, en In the Mouth of Madness y en muchas otras franquicias de horror), asombra con cada giro dramático. Va desde lo gótico y sensible, de trazo casi arty--la narración inicial de Shitface, de una belleza mágica, comparable a las visiones de Tim Burton, y fácilmente adaptable al terreno de las narraciones clásicas de los hermanos Grimm o Perrault o Andersen, y las alusiones a Pinocho resultan inevitables--hasta lo paródico, lo ligero--el ambiente Hollywoodense--, manteniendo un ritmo alocado y visualmente hipnótico.
Sí, El Hijo de Chucky intenta hacernos reír, pero eso no excluye un tono venenoso, tóxico. Cuando vi la clasificación B-15 ý la duración de 86 minutos temí que las escenas estuvieran llenas de cortes, "aptas para todo público". Mis temores eran infundados, como pude constatar en la secuencia de la mesa con Redman, Jennifer Tilly y Tiffanny. Sin dudarlo, es la entrega más sangrienta de las cinco: tripas que caen al suelo, decapitamientos, rostros derretidos hasta revelar huesos y músculos, hachazos al por mayor... Y todo tipo de fluidos salta a la pantalla: sangre, sudor, orines, semen. Sí, semen.
Jamás me la he pasado tan bien en una sala de cine, y auqel que crea que es una película estúpida se equivoca, pues está llena de referencias cinematográficas que no cualquier espectador promedio logrará comprender. Así, recordamos Psicosis, El Resplandor, hasta la cult movie Glen or Glenda (un recurso que, por sí solo, se merece las cinco estrellas), Flesh for Frankenstein (aquello de pos hachazos) y vemos guiños a Fangoria, a britney Spears y una crítica ácida a toda la maquinaria de frivolidad del Hollywood contemporáneo, todo ello aderezado con tintes Freudianos.
No encuentro fallas en la película. Los personajes son entrañables y el director se encarga de explorarlos con la profundidad suficiente como para darles credibilidad. Toma el drama telenovelero de la familia hasta sus máximas consecuencias y añade problemas de la vida real: el desquiciamiento familiar, la evasión de los problemas, los engaños, las decisiones... Invaluable cómo Tiffanny intenta superar sus "problemas" con el asesinato. Jamás olvidaré los guiños a las cintas anteriores:
Tiff: Mi madre siempre decía que...
Chucky: ¡Carajo! Maté a esa mujer hace veinte años y aún no se calla...
Una réplica cruel, malintencionada, deliciosa. Y es que la cinta se llena de mala leche (en más de un sentido, cabe añadir) sin dar unrespiro a nuestros cerebros, como cuando Tiff llama a la viuda del policía de Bailey (a quien degolló al principio de La Novia de Chucky). Al final, uno no puede olvidar que se trata de personajes de sangre y goma, presas de un tornado de tragedia: su único objetivo, en todas las cintas, es poder ser humanos, irónicamente, reencarnando en personajes tan faltos de alma como los retratos que el guionista hace de Jennifer Tilly y Redman. Tampoco se puede olvidar el conmovedor drama que pasa Glen o Glenda en busca de sus padres, impotente y melancólico ante su condición de hérfano. Da tristeza que una película tan llena de riqueza tenga que acabar. ¡Y qué manera de acabar! Como regalo final, un cover de One Way Or Another (original de Blondie)--no pude dejar de tararearla por el resto de la noche--orquestando los créditos finales, aún ellos rebosantes de creatividad, de ingenio.
Completamente recomendable. No hay que dejarse llevar por reseñas y críticas de gente pedante. Es la clase de película que los críticos serios de CinePremiere o CineGuía o el programa de (¡ugh!) Horacio Villalobos abuchearán hasta cansarse. Y El Hijo de Chucky se sostiene sin tomarse demasiado en serio. Es fácil adivinar que su destino pertenece, con creces y orgullosamente, al panteón del cine de culto. En mi repisa ya hice un espacio, para cuando se estrene en dvd.


(c)Rogue Pictures
[¡Ah! Y no aguanto las ganas de robarme ese set que tienen en el cine, una guardería de cartón bastante diabólica (hay unos cubos que deletrean la palabra KILL). Prefiero tenerlo en mi cuarto a dejar que se empolve en una bodega llena de ratas.]

JACK FROST 


director:Michael Cooney
año: 1996 (Frostbite Films, LTD)
veredicto: **


Oh...la tarde de Navidad y no hay nada qué hacer más que ayudar a la familia a preparar la cena. ¿Cómo salir de este lío tan atroz? Basta poner una copia de Jack Frost en la video y problema resuelto. ¿Cómo describir esta experiencia de 86 minutos?
Fiel perteneciente a la categoría tan-mala-que-es-buena, narra, con unos créditos iniciales fabulosos, la historia de un frío asesino que está a punto de ser ejecutado. En la siguiente escena vemos un camión que traslada a los criminales a la silla eléctrica (?) que, "inesperadamente", sufre un accidente al chocar contra un camión que transporta una sustancia química experimental. El asesino se baña en este líquido (a través de una animación computadrizada que da pena ajena vemos cómo sus células cambian) fusionando sus células ¡con las de la nieve! Lleno de ira, se transforma en un muñeco de nieve--para pasar desapercibido--decidio a vengarse del hombre que lo capturó.
Así es, nos enfrentamos a una película sobre ¡un muñeco asesino! Claro, es una premisa que puede sonar ridícula pero gracias al guión más inepto que he visto en pantalla, el filme se torna aún más ridículo. Para los que se muestren incrédulos, claro que es posible. En los primeros minutos conocemos a la familia del sherif--el hombre que capturó a Frost--que es tan sosa como, digamos, la familia de Vicente Fox: Anne, una esposa que no hace nada más que ser la esposa y es tan emotiva como un pedazo de cartón; Ryan, un niño con horrendo pelo largo, que resulta pasado de moda aun para 1996, que se la pasa cocinando y es tan odioso que no me sorpende por qué lo molestan los otros chicos del pueblo; y Sam, el sherif, el personaje más simpático y el único que realiza algo a lo que pueda llamarse actuación.
Después de profundizar en los personajes a través de chistes sobre nieve que no harán reír ni a los fanáticos de Eugenio Derbez, llega el muñeco de nieve para rescatarnos del tedio del típico pueblo estadounidense (por cierto, infestado de rednecks, según los productores de la película). Las cosas se ponen divertidas cuando Ryan sale a poner adornos al muñeco de nieve que nadie construyó en el jardín (la mamá le da unas zanahorias y ¡el niño se emociona! ¡por Dios! Son sólo zanahorias) y los niños malos del pueblo aguardan fuera para molestarlos. En un accidente freak, Billy, uno de los niños rufianes, es decapitado por un trineo de manera tan chafa que resulta grotesco y Ryan sólo atina a decir: "Yo no lo hice". Ridículo. Cómico. Genial.
Ambulancias y muchedumbre chismosa acuden a la escena del crimen y a pesar de que Ryan es incriminado--aún cuando era otro quien montaba el trineo-guillotina--ninguna acción legal es llevada a cabo. Jake, el papá de Bill, está furioso (¿no debería estar triste?) y exige justicia al sherif. Sally, la esposa del que reclama, está tan conmovida por la muerte de su hijo que sólo atina a disculparse con el sherif por la actitud de su esposo (¡por Dios!) usando una voz más emotiva que la de mis ronquidos. Jill, la hermana del muerto--actriz que tendría fama internacional al actuar en American Pie unos años después-- está simplemente ofendida, y hace pucheros al sherif cuando éste intenta hablar con ella.
Por alguna extraña razón, Jack Frost se ensaña con la familia de Bill--en vez de asesinar a la familia del sherif en las incontables oportunidades que tiene para hacerlos-- y asesina a Jake después de que este sale de casa tras una discusión familiar(pide a todos una especie de luto pero Jill argumenta, rabiosa, que tiene una cita con Tom y se va).
Para entonces sabemos que los poderes de Jack Frost incluyen deretirse y congelarse a voluntad, así que en estado líquido entra a la casa y se regenera para desquitarse con Sally, la madre emotiva. El resultado: uno de los asesinatos que más me han hecho reír estos últimos días; los brazos del muñeco son guantes de peluche y la mujer, cuya cara es azotada una y otra vez contra esferas de cristal navideñas, es obviamente un muñeco de trapo.
El pueblo (o sea, cinco personas y el sherif) se enteran del multihomicidio y empiezan a dejarse llevar por el pánico de tener un asesino suelto. En medio de la discusión, la que probablemente sea mi línea favorita del filme entero:
Redneck:(muy preocupado y conmovido, refiriéndose a Jill) Alguien tiene que
decirle que su familia entera esta muerta. ¡Jesús! ¡Sólo tiene dieciocho años!
Oh, para partirse de risa. Y es que diálogos tan inspirados como la muestra anterior hacen de Jack Frost la delicia camp de chicos y grandes. Pero las sorpresas siguen y siguen en lo que será un invierno violento serie b.
Seguimos a Jill y Tom , la pareja joven que, con suerte, otorgará momentos eróticos después de que hemos soportado actuaciones flojas. Siguiendo la línea del absurdo más absoluto, tienen la estupenda idea de hacer cochinadas en la casa del sherif (¡oh! ¿No se supone que en la mañana su hermano fue decapitado por un trineo? Esta chica tiene gran facilidad para asimilar la realidad), tal vez para ahorrarle a los directores presupuesto en locaciones. Se quitan un poco de ropa pero estaban muy abrigados, así que seguimos sin ver nada, y mientras ella se seca el pelo Tom es asesinado con afiladas puntas de hielo que nuestro asesino dispara de sus guantes de peluche, perdón, de sus brazos gélidos. Gracias a la secadora, Jill no escucha nada, y después de secar su pelo tan cuidadosamente, se mete a bañar a la tina (!). Pero ¡sorpresa! No se sumerge en aguas ordinarias, y somos bendecidos con otro asesinato ultraviolento y chusco (¿dónde está la zanahoria, se preguntarán?).
Los minutos restantes son los intentos desesperados de los pueblerinos por detener al hombre de nieve mutante, quien tras cada fallido intento de destrucción se pone más furioso y colmilludo.
La batalla incluye aerosoles, calderas, secadoras, hasta dar con la solución final, que no revelaré para no arruinar la trama (cosa que he hecho en los párrafos anteriores, detallando cada suceso interesante).
Y es que Jack Frost no es una película emocionante. Dudo que alguien se muerda las uñas en suspenso en la secuencia de la estación de policía, o ponga el cuerpo tieso en expectativa cuando el muñeco aparece detrás de Sally. Un guión elegante podría transformar la historia en un siniestro caso de retorcimiento psicológico, en el que uno no sabría si el mono de nieve está vivo o el niño cometió todos los asesinatos (muy al estilo de Chucky, el miuñeco diabólico), consagrándose como un trabajo sólido de suspenso psicológico, a expensas de una premisa risible. Por supuesto, la intención del director y guionosta Michael Cooney (que después sorprendería con un guión más intrincado en la reciente Identity, que cuenta con un superreparto) aspiraba a todo lo contrario, y aunque uno pueda criticar a la cinta de boba, pésimamente "actuada" o incoherente, sabemos que ningún adulto podría concebir una trama tan tonta sin estar conciente de ello.
Jack Frost es una película pésima, horrenda, pero tiene detalles, voluntarios o involuntarios, que arrancarán más de una sonrisa (como el pueblo supuestamente invernal, donde el sol brilla a todo lo que da y apenas y se ve nieve en algún lado...o la manera en que todos vana parar a casa del sherif...o las bromas escritas entre los créditos finales...o aquel principio tan venenoso, donde el tío Henry cuenta un cuento macabro a un infante espantado; jamás vi tanta mala leche fuera de cuadro) y que le han otorgado un merecido lugar en el museo del cine de culto. Eso sí, algunos podrían encontrarla tediosa, tan tediosa que les amargue el resto del año. La recomiendo sólo para fans del cine de mal gusto, como yo, auqellos que encontramos grandeza en Picadillo o en Evil Dead II, incluso en la cruenta The Pit o la más inocentona--pero no por ello menos salvaje y enfebrecida--Masacre en Texas 2.

Posted by Hello
(c)A-PIX entertainment


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